Capítulo 4: Bajo el gran paraguas.

Empecé a subir otra vez el Rosebush, -¿dónde podrían estar estos cabrones?- me oí decir en voz alta, vale, piensa… no pueden estar en ningún sitio de por aquí, además me acordé de que Johnny seguía jugando también, no sé qué hacer, tal vez podría volver con Danny al Taller y convencerle para ir a cenar algo, a Thiago no me puedo acercar, me arriesgo a perder una gran cantidad de papeles, seguí pensando en dónde carajo estaba todo el mundo cuando escuché un grito a dúo -¡Vill!- eran Kate y Chris, corrían calle abajo agitando los brazos con botellas de 2 litros de Coca-Cola y cartones de vino, sabía a dónde se dirigían y que estaba invitado. ¿Por qué no? Rumbo a Umbrella Square.


Llegamos antes de lo esperado, es de lo mejor de beber, llegar a los sitios y no recordar cómo llegaste, es una mezcla de angustia suicida y suspense intrigante. Encontramos sitio para sentarnos bajo el gran paraguas gigante que conquistaba toda la plaza, no llovía, es más, hacía una noche bastante cálida para el clima al que estamos acostumbrados. Se pusieron a mezclar sus mejunjes tintocolados cuando me di cuenta de que yo no tenía nada que beber, no me importaba acercarme a Sun Square, una calle más arriba, para comprarme un par de litros de cerveza, además podría adquirir también un buen pincho de bacón y queso para degustarlo con mi espumosa. Hablamos, gritamos, cantamos, y bebimos bajo el gran paraguas, conversaciones extrañas pero usuales en nuestro ambiente, Kate y Chris, estaban sencillamente locas, lo suficientemente locas para que yo pueda tratar de amigas, somos gente extraña, no se ya pensar, ¿qué digo? No lo sé ¿qué? Por fin hacían efecto las cervezas, no había bebido tanta, eso pensaba yo, pero ya empezaba a desvariar y a sentir esas extrañas vibraciones en los labios y las manos de abandono neuronal, que bailaban borrachas por mis tripas hasta la vejiga. ¿Dónde se mea?

Me arrastré hacia un callejón cercano, que en realidad era un borde de la misma plaza para mear, cuando tropecé con algo en el suelo, sonó como una botella, pero era más pesado, lógico, era una botella llena. Una botella sin abrir. Recuerdo una especie de luz dorada cuando leí la palabra Daniels después de la palabra Jack. Perfecto. Mi mente beoda desarrolla instantáneamente dos planes: el primero es correr con Kate y Chris para compartir el trofeo, y el segundo es bebérmelo yo.

No sé si llegue a trincarme la botella yo solo, sólo recuerdo haber perdido la chaqueta, tener una zapatilla calada y estar rodeado de gente en el Babilonia. ¡Ah! ¡Ahí está la botella! Reptando entre la multitud agarré la botella triunfante, al menos hasta descubrir que estaba ya vacía. A mi lado estaban Brendan, Danny, y Johnny, este último bastante contagiado, aunque con las luces parpadeantes el ruido atronador que invadía mis oídos y ese zumbido en la cabeza que te dice “Estás ciego” no me permitía averiguar qué coño había pasado ahí.

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